"Conchi, mi mamá me ha dado una cosa, que se pone así para escuchar el corazón, para que se lo enseñe a los amigos". Cuando abrí la bolsa... ¡que sorpresa! Así que le dije a Jaime que lo mejor era que se sentara en mi silla y nos explicara a los demás que había traido:
Jaime nos explicó qué era un fonendoscopio, para qué servía, como había que ponérselo, cómo hacía el corazón,... además, nos trajo un corazón como el nuestro (me ha salido la foto muy movida con el movil y no la puedo poner). El corazón se desmontaba y podíamos verlo por dentro. ¡Menuda cara de sorpresa pusieron todos! No se imaginaban que el corazón tuviera ese aspecto. Estuvimos hablando un poquito de cómo la sangre llega al corazón, por dónde pasa y que luego la vuelve a mandar por nuestro cuerpo para que tengamos mucha energía!
Otra sorpresa fue ver un cuaderno de cardiogramas que nos trajo Jaime, así pudimos ver "como escribe" el corazón y nos avisa de si está fuerte o debil, si va deprisa o lento,... para que los médicos nos puedan curar y proteger de enfermedades.
Y cómo no, nos pusimos a hacer de médicos:
Pero en la bolsa aún quedaba algo más... ¡un martillo de reflejos! Nuevamente, Jaime nos explicó para que servía y dónde había que colpear con él, ¡pero flojito!
Desde aquí quiero daros las gracias, de todo corazón, por ayudarme y ayudar sobre todo a vuestros hijos, a hacer ver que la enseñanza es divertida, práctica, próxima, compartida, cooperativa, sentida y que VIVIDA es APRENDIDA. GRACIAS.
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